Al menos sobre el papel, hay matices que nos hace pensar que estamos más lejos de un cambio de lo que esperábamos, a pesar de la nueva generación de consolas y la campaña ya la hemos visto en varias películas: trata de que Estados Unidos es invadido y el enemigo toma control del país. Más allá de ser parte de la trama, como ocurría ya durante la serie Modern Warfare, es el punto de partida, con el matiz de que los invasores son varios países sur-americanos que han esperado 10 años desde que lanzaran un demoledor ataque desde el espacio. A partir de este punto comienza la guerra de los Ghosts, una unidad de élite formada por los mejores cuyo objetivo es reconquistar el terreno perdido y eliminar al invasor.
En resumen, estamos ante un Call of Duty mucho más clásico de lo que esperábamos incluso en el plano tecnológico, con su campaña pasillera pero espectacular y su multijugador masivo y completo. Falla en la introducción de mejoras de calado y simplifica algunos de los logros conseguidos por Treyarch en Black Ops 2 tanto en la campaña como en sus opciones multijugador. Y a pesar de ello sigue siendo un juego capaz de engancharnos durante algunos meses.
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